Le tenía miedo al rechazo colectivo... A la burla despiadada, a la crítica chaquetera. Por eso me pongo el parche de entrada. Sólo quiero levantar la voz. Aguda y penetrante, como dice un amigo por ahí... Perturbadoramente anárquica, como dice otro...
Quisiera mandarme un manifiesto como el de Virginie Despentes: "Escribo para las putas, para los olvidados, los que fueron a parar a la cárcel". Aunque en realidad, preferiría decir que escribo sólo para mí y esa manga de idiotas narcisistas que me acompaña en cada viaje.
Vivir se hace un episodio engorroso y explicarlo, aún más. No libera fantasmas, ni manifiesta opciones. Es sólo el pajeo constante de quien elige gastar su tiempo en sí mismo. Al menos eso pasa conmigo. Entre emborracharme, drogarme o estirar las manos, elijo escribir. Si es drogada o borracha, también.
No le temo al desnudo, tengo algo de exhibicionista aunque prefiero el voyeurismo.

Tengo la mezcla del que escucha a Sepultura, Siniestro Total, los Angeles Negros y Spinetta. Soy punk, tan punk como Syd y Nancy, tan punk como Joe Ramone e Ida María. Y tengo el culo grande... Bien grande.

Cuando era chica, me molestaban en el colegio y me daba vergüenza. Este país de mierda siempre te acompleja. Pero tuve la suerte de crecer lejos de esta cárcel de cordillera y mar. Y me dí cuenta que mi culo vale más que las propinas de Farkas. Y lo disfruto tanto como pertenecer al mundo real y cibernético al mismo tiempo, tanto como tomarme fotos con mis hijas o comer papas a la huancaína.

Ahhh y me enamoro de cosas simples. Me enamora una sopa rica, una sonrisa, unos ojos brillantes, una buena charla, un paseo.... Ah y la música! la música es mi vida. Quiero alguien que me contenga y no alguien que me mantenga.

Tengo mucha suerte, soy bipolar. Hoy quiero tener un blog, mañana no tengo idea.

¿Vamos a cazar fantasmas, recuerdos percudidos y añoranzas épicas? Si se frena el Tagadá, la tarde se vuelve gris... Vamos por ese vértigo!!!

sábado, 17 de diciembre de 2011

tarea de hoy

Antes de que se me acaben las ganas, tengo que escribir un cuento. Antes de que mi corazón estalle y mis ojos no se abran más, hinchados de tanto llorar, tengo que hacerlo.
Antes de que el último suspiro de mi cansada existencia se vaya con el sol de la tarde, tengo que escribir un cuento... Antes de que olvide tu rostro.... antes de que olvide quien soy... tengo que escribir un cuento

palabras de amor para el desamor

Despechada... Despechada... no dejo de pensar en la palabra y en la sarta de especulaciones y conclusiones que pasan por mi cabeza al recordar escenas y momentos juntos observándolos, esta vez, con el prisma sesgado del corazón herido... de la inteligencia ofendida.
Pertenezco a un tipo extraño de mujer, generosa, autosuficiente, obsesiva y apasionada, que transita por el laberinto de la existencia dando siempre pasos de buena fe. Una extraña raza de féminas con la capacidad de reinventarse en casi cualquier circunstancia. Soy una mujer con más ganas de cimentar mi felicidad que de bañarme todos los días. Y leer ese término, tajante y lapidario, escrito por los arrebatados dedos de quien, hoy por hoy, me transporta hacia las más bellas ilusiones y fantasías, sin ser consciente de aquello la mayor parte del tiempo, es devastador. Casi tanto como si tuvieses conciencia de los maravillosos mundos que construía mi imaginación, alimentada por ese anhelo obsesivo de tu compañía y aceptación.
Quizás tengas razón, aunque odie esa palabra que para mi intelecto siempre fue territorio de mujeres de baja estima, conformistas y lastimeras, quizás sea cierto que de tanto buscar un sueño, de tanto perseguir una fantasía, coseché y alimenté un sentimiento inconsciente de despecho que hoy no hace más que demostrarme que soy humana, imperfecta, insegura y tan vulnerable como una mina golpeada, una mina insultada o ese exótico pero común séquito de compañeras a prueba de todo, que permanecen junto a "sus" hombres incluso sabiendo y vivenciando la más profunda infelicidad la mayor parte de sus miserables existencias.
Parece que al final, toda mujer tiene un poco de esas y un poco de aquellas otras. Toda mujer, sea por la razón que sea, evidencia en carne propia más de una vez la desazón que provoca el permitir que la vulneren. Por amor, por obsesión, por miedo a la soledad. Vaya a saber uno!
En mi caso, el prisma del despecho hoy me hace ver que sólo te gustaba cuando estabas ebrio. Sobrio, no te gustaban mis expresiones cuando hacíamos el amor, te molestaba mi cuerpo, mi compañía, mis consejos... Ni siquiera mis chistes te parecían divertidos. Ebrio, buscabas mis palabras, mis performances sexuales, mis carnes abultadas, mis bailes descordinados... Y me dijiste mi amor, me dijiste chanchita, hablaste de mi vaginita, de lo sabia y jugada que soy, de lo mucho que te conozco y que entiendo tus estados y decisiones.
Quizás finalmente el despecho se apoderó de ambos. De ti por no aceptarme como soy en todo momento de la vida... De mi por no aceptar que no me aceptabas.
Jodorowsky me enseñó a exorcisar escribiendo. Es parte del rito de asumir, interpretar y aceptar el dolor y la desazón. Por eso lo hago... Y claro, quizás en el fondo del alma espero recibir una respuesta que me saque de este espacio sombrío en el que me encuentro ahora. Pero aunque así no sea, lo hago para que ambos podamos crecer en esta experiencia y si es posible también aceptarnos individualmente en este estado de despecho mutuo y autoimpuesto.
Tienes una luz infinita. Según tú, se trata del brillo de mis ojos reflejado en los tuyos. Según yo, es esa parte de ti que se niega a morir y que sin duda saldrá victoriosa. No sé cuándo y no se cómo, pero no dudo que así será.
Te quiero muchísimo y sólo dedicaré para ti, luego de este pequeño exorcismo, palabras de amor.